martes, 12 de enero de 2016

El poder de un faraón (practica 9)


Las grandes civilizaciones antiguas han sido uno de las grandes cuestiones que se ha planteado el hombre durante toda su historia y sin duda una de las más buscadas y estudiadas. Hoy en día nos resulta muy fácil estudiar las cuestiones de las civilizaciones antiguas, la egipcia la romana o la griega, por ejemplo, pero todo ello ha llevado un gran trabajo, esfuerzo y sacrificio a las personas que en su momento decidieron estudiarlo y averiguar más sobre aquellas personas que vivieron miles de años antes que nosotros, por supuesto sin ninguno de los avances de los que dispones hoy.
También ha llamado mucho la atención como eran los poderes en aquellas antiguas civilizaciones y a mi, personalmente, me llama muchísimo la atención las civilizacioens egipcia y romana. Cómo lo ciudadanos egipcios idolatraban a sus faraones llegando a hacerlos sus propios dioses. En Egipto un faraón no solo era el más poderoso de la civilización sino que también era un dios más para los ciudadanos, aparte de Anubis, Orus o Ra, el faraón también era uno de ellos. Cuando moría se le enterraba con toda clase de riquezas en un edificio monumental, complejo, costoso y tardío de hacer. Desde el momento en el que un hombre se convertía en faraón ya ordenaba la construcción de su pirámide, de su tumba. El día en el que morían esos faraones eran enterrados en sus mausoleos inmensos rodeados de dinero, riquezas y joyas, así como de comida y mujeres, todo lo necesario para que pudieran viajar a la vida de ultratumba.
Es increíble cómo esos faraones mandaban construir tantos edificios durante Su vida, en aquella civilización en la que los esclavos tenían  que mezclaba la arena con agua y paja para conseguir una pasta que pegase esos monstruosos bloques de piedra. Y absolutamente todo el mundo amaba al faraón, nadie cuestionaba su poder ni su palabra y hoy en día nos matamos por cualquier cosa que ocurra en el poder de turno.

Egipto siempre me ha parecido una civilización curiosa y llamativa, tanto por sus faraones como por sus dioses, así como por su arte, sus inmensos edificios y sus jeroglíficos.

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